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Muerte digna en los medios de comunicación y el aporte del Dr. Almeyda: ¿Debate público de un derecho privado?

El Dr. Almeyda fue uno de los primeros médicos en exigir una muerte digna de forma pública. Dirigió al entonces pdte. de Colmed, actual ministro de Salud, Dr. Enrique Paris, una carta en la que exponía su imposibilidad de acceder a una muerte digna, razón por la cual inició una huelga de hambre por el derecho a morir, decisión personal en la que se aferró hasta su partida.

Por Patricio Alegre, Paulo Muñoz y Mariela Fu, periodistas Falmed. 

 El primer facultativo que puso en alerta al Colegio Médico de Chile sobre la necesidad de conformar una comisión que llamó de “hombres justos”, para contar con una legislación que permitiera a los pacientes terminales de Chile acceder a una muerte digna, fue el fallecido médico y ex destacado académico de la Universidad de Chile, Dr. Manuel Almeyda Medina.

 El Dr. Almeyda, quien falleció en enero 2014 a la edad de 89 años aquejado por una insuficiencia cardíaca y respiratoria, dirigió en ese entonces al ex presidente del gremio médico y actual ministro de Salud, Dr. Enrique Paris, una carta en la que exponía su imposibilidad de acceder a una muerte digna, razón por la cual inició una huelga de hambre por el derecho a morir, decisión personal en la que se aferró hasta su partida ese mismo año.

 ANTECEDENTES

Según consigna el artículo titulado “Manuel Almeyda y el derecho a morir”, publicado en el Volumen 18 (2) de la Revista Chilena de Salud Pública en julio de 2014 y también en el sitio web de dicha casa de estudios en septiembre del mismo año, la salud del Dr. Almeyda se encontraba en un grave deterioro acelerado. “Dependía de oxigenoterapia y no podía ni siquiera leer o conversar, el médico acudió a su familia, para que pidieran ayuda al presidente del Colegio Médico -de la época-, para dejar de vivir en esas condiciones de sufrimiento”, cita la publicación.

 “Cuando se convenció que no habría ayuda posible, porque la ley no lo permite bajo ninguna circunstancia, decidió y nos informó, despidiéndose, que dejaría de comer y así lo hizo”, contó en dicha publicación uno de sus familiares.

 CARTA
Una semana antes de morir, el doctor Almeyda encargó llevar una carta al presidente del gremio de la época, pidiendo que “la comunidad médica llevara este tema a la discusión pública, con el fin que se llegara a legislar, permitiendo a las ciudadanos del país tener la opción de dejar de vivir si así lo querían”.

Según cuentan los antecedentes del caso, ocurrido hace siete años, el facultativo demoró dos días en firmar la carta porque no contaba con la fuerza para sostener el lápiz además de su disconformidad con la calidad de su propia rúbrica. Finalmente, firmó dicha misiva el 14 de enero de 2014, un día antes de su partida final.

 “La carta de Manuel es una carta política. Él toma una decisión privada, no tan en privado, porque hizo la carta y nosotros la recogimos y la publicamos (en 2014). Lo hicimos porque estos temas hay que volver a situarlos de forma pública. Y no basta sólo con hacer el artículo: ¿La Universidad de Chile está dispuesta a hacer un foro de esto?, ¿Está dispuesta a debatir?, ¿Estamos dispuestos a hacer que este drama sea una discusión colectiva? Está en nosotros empezar a pensar de qué manera práctica esto sea un problema público”, señaló en esa oportunidad, al ser consultado por la publicación, Yuri Carvajal, Doctor en Salud Pública y académico de la U. de Chile.

Siguiendo esta misma línea, el doctor Carvajal advirtió en 2014, en la misma publicación, el grave contexto de la inexistencia de una ley eutanasia a nivel nacional y que siete años más tarde podría ser resuelto siempre y cuando pase el trámite en el Senado y se transforme en Ley de la República.“Estamos poniendo a la gente en callejones sin salida que los llevan a soluciones muy violentas, muy terribles. La gente no tendría por qué llegar a ese extremo”, acotó.

En tanto, el Profesor Miguel Kottow Lang, académico de Bioética de Universidad de Chile, en su artículo “Eutanasia y Res Pública”, en la Revista Chilena de Salud Pública de 2005, definió: “La eutanasia es el aceleramiento de la muerte a solicitud autónoma y explícita de pacientes atribulados por un pronóstico desesperanzado y cuyos padecimientos le son intolerables, sin que la intervención médica pueda eliminar o paliarlos suficientemente”.

LA MEDIATIZACIÓN DE LA EUTANASIA
Fue ese mismo año cuando los medios de comunicación chilenos comenzaron a hablar sobre eutanasia o “buen morir”. Lo hicieron a propósito de la presentación del proyecto de ley que “Modifica diversos cuerpos legales con el objeto de permitir la eutanasia, haciendo efectiva la autonomía de las personas en caso de enfermedades terminales”, por parte de parlamentarios de la ex Nueva Mayoría y el Frente Amplio.[1]

 Sin embargo, fue el caso de Valentina Maureira el que logró ponerle rostro a la discusión y posicionar, por esos días, el debate en la agenda pública nacional.

Fue en febrero de 2015 cuando la historia de la adolescente impactó a la opinión pública, quien con solo 14 años utilizó sus redes sociales para pedir a la entonces presidenta, Michelle Bachelet, el permiso para la eutanasia. Afectada por una fibrosis quística, su testimonio se viralizó rápidamente, y no solo captó el interés de la prensa, y el apoyo de distintas organizaciones, sino también de la mandataria, quien incluso la visitó en el recinto asistencial donde estaba hospitalizada. La historia de la adolescente también fue recogida por medios de prensa internacionales.

La petición de Valentina fue rechazada por el Ejecutivo, y la joven falleció en mayo de ese año víctima de su enfermedad.

La prensa extranjera
Pero ¿qué nos dice la experiencia internacional sobre la relevancia de los medios en este debate?

 En marzo de 2021, España aprobó una ley de eutanasia luego de más de tres décadas de discusión parlamentaria y de opinión pública. La investigación: “Los medios de comunicación social y su influencia en el debate sobre la posible despenalización de la eutanasia”[2], del académico español y Director de Investigación y Secretario Comité Ética de UNIR, Jesús Díaz del Campo Lozano recoge algunos aspectos de este proceso.

 El investigador analizó la evolución de la presencia de la eutanasia en 57 diarios españoles de mayor difusión. El estudio recogió la relevancia que tuvo en la discusión el caso de Ramón Sampedro y su petición de suicidio asistido, en la década del ‘90.

“Si bien el debate se generaliza en el año 98, la figura de este gallego aparece en los medios por vez primera a raíz de la emisión en 1993 de un reportaje en el programa de TVE Línea 9008. En los años siguientes, la prensa refleja su presencia ante las instancias judiciales. Sin embargo, los efectos de su muerte en 1998 van mucho más allá de lo que hubiera podido sospechar el propio Sampedro. Así, un mes después, se inicia una campaña de firmas a favor de la eutanasia y llegan al Congreso dos proposiciones de ley para legalizarla”, precisó el académico español.

Más allá del caso de Sampedro, y recogiendo la experiencia española, Jesús Díaz del Campo Lozano, abordó el tratamiento mediático de la eutanasia en España y concluyó que “la relación entre los medios de comunicación y la meta final de lograr un debate racional sobre la eutanasia puede calificarse como “la gran paradoja” en un doble sentido. Para empezar, los primeros no son el agente más cualificado ni tampoco el que más tiene que decir, pero el debate pasará por ellos y su influencia será decisiva. En segundo lugar, y no menos importante, gracias a los medios de comunicación la eutanasia ha pasado a ser un asunto de interés en la opinión pública española”.

 Agregó que sin los medios de comunicación, las voces especialistas no llegarían a la opinión pública, “sin embargo, hay un efecto indirecto y menos positivo, y es que la intervención de los medios interfiere y desvirtúa el debate, provocando, entre otras cosas, que las implicaciones políticas y legales hayan pasado a un primer plano en detrimento de las razones médicas y éticas, que a menudo son ignoradas”.

Otro ejemplo más cercano a Latinoamérica lo encontramos en el estudio: “Medios de comunicación y eutanasia en Colombia. Análisis de contenido y categorización argumentativa” de 2017[3], el cual desarrolló un análisis de contenido para evaluar la posición de algunos medios de comunicación escritos frente a la eutanasia durante 1997-2015.  Los investigadores, académicos bioéticos de la Universidad de La Sabana, Chía, Colombia concluyeron que de 257 artículos recuperados, 190 incluyeron el término eutanasia en relación con el final de la vida y la salud. El 45% fueron neutros y de carácter informativo y el 78.9% no mencionó los cuidados paliativos. La carga argumentativa a favor recayó sobre contenidos de dignidad, sufrimiento y regulación. Finalmente, los académicos advirtieron que los artículos presentaron posiciones opuestas, con errores de contenido y superficialidad en el tratamiento del concepto. La postura prevalente fue neutra, seguida de la posición a favor, evidenciándose escasa participación de la comunidad médica y casi ninguna mención de los cuidados paliativos.

“Se evidencia un vacío conceptual representado por la ausencia de referencias a los cuidados paliativos como condición indispensable en la atención para el paciente que sufre. Esta ausencia perjudica al paciente, a la relación terapéutica, a las instituciones implicadas y a la sociedad, que debe responsabilizarse del cuidado integral de los pacientes terminales. Tal ausencia cuestiona la objetividad de la controversia debido a que la mayoría de autores con una postura a favor de la eutanasia suponen la imposibilidad del tratamiento de síntomas como el dolor”.

Llamativo resulta que en el debate en Colombia, país donde la eutanasia fue despenalizada en 2015, la mayoría de las opiniones publicadas por los medios de comunicación vinieron de fuentes ajenas al área de la medicina. Cabe preguntarse del interés de hacer participar a los profesionales de la salud en un debate que, sin duda, les atañe. Es de esperar que la falta de atención sobre los cuidados paliativos en la prensa colombiana, reflejada en el estudio, no se repita en Chile, teniendo en cuenta que el proyecto que se encuentra en discusión explicita la necesidad de otorgar, para todos los pacientes que se encuentren en un estado terminal o con dolor severo, incluso los casos no oncológicos.

Finalmente, es importante recuperar la pregunta sobre qué es una “buena muerte” y cómo cuidar a aquellos que sufren para evitar intervenciones innecesarias y otorgar los mejores cuidados en los últimos días del paciente. Y los especialistas médicos de Chile deberían ser fuente protagónica de esta discusión, que siendo privada, es de interés público.  

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[1]https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/02/150226_valentina_maureira_eutanasia_chile_bachelet_ch

[2] https://www.camara.cl/verDoc.aspx?prmTipo=SIAL&prmID=12777&formato=pdf

[3] Jesús Díaz del Campo Lozano. Los medios de comunicación social y su influencia en el debate sobre la posible despenalización de la eutanasia. https://bit.ly/3brbgRL

[4] Sarmiento-Medina, Pedro José, García-Medina, Diana Patricia, Garzón-González, Carlos Julio, Castillo-Merchán, Laura Juliana, Correal-Neira, Karen, & Celis-Pedraza, Diego Andrés. (2019). Medios de comunicación y eutanasia en Colombia. Análisis de contenido y categorización argumentativa. Revista de la Facultad de Medicina, 67(2), 209-215. https://doi.org/10.15446/revfacmed.v67n2.68645

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